viernes, 10 de octubre de 2014

A TU PIEL


No es eterno el amor a tu piel,

que se va haciendo

con los desperdicios de sicigias mareas

y el recalo de los húmedos sargazos;


sabedores de los laberintos en que se deriva

a merced de las corrientes

—de los vientos al capricho—.


Has de obtener la sabiduría

ante la inclemencia, y estarás

dispuesta a los desenfrenos arbitrarios

rendidores de ambiguas razones;

donde la piel es envoltorio

del milagro que nos guarda.


 
Mas, no es eterno el amor a tu piel

si no te das febril

al cetro dominio de los ánimos,

en la falta de meñiques encantos

al trajín de las sentencias visuales,

pobres al núcleo de las substancias.

Imposibles

a fisgones deducciones imagineras

de encuerar los intelectos guarecidos.


 
No es eterno el amor a la piel

que te cubre manoseada por el tiempo.

Señor de las cobradas consecuencias,

terrible en sus antojados designios.

Rotulador que expresa los incidentes

al uso del lienzo facial

que te delata la lluvia

de estremecimientos remediares,

que te confunden

al deleite de crecer las ansias

en el desconcierto

de verte finita a límites;

de voluntades ajenas.


Pichy

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