A la voz de tu lira
Que lo decida el cielo
Roberto Cantoral
Algún duende te llamó al amor
para hacernos el mundo de romances
y crecernos soñando a la voz de tu lira,
a la pasión que nos tiene en tu barca
para siempre sufriendo el reloj.
Para que nunca seas lo prohibido
te regalaremos todas las noches
de los futuros novios
y el poquito de pecado
de los que nos vamos quedando sin nada.
Al final, maestro, está llorando la tierra
porque nos llega tu adiós y buena suerte;
en un acuérdense de mí, de alitas rotas.
Quiérase, que en las mocedades,
siempre se solicite una aventura
y el futuro…Que lo decida el cielo.
Pichy
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