Las experiencias poseen la esplendorosa
pesadumbre de un espejo rotulado.
Mucho desaparece en lo brumoso
de tanto sosegarse a la monotonía
en lo dilatado de los andamiajes
que esbozan la existencia.
Los repasos ciñen los olfatos
y el suspiro retrocede, cumbre arriba,
por una celada antiquísima;
presente y mañana derriban justo al nervio.
Un arcaico vínculo forma la suerte,
gira su ocultación, carente de credencial,
humedece la exigencia y se torna llaga.
Residencia fabulosa en que se reúnen
las aflicciones que brotan del azogue
activadas encima de la hendedura.
Galvanizador civilizado corteja su aureola
inmutable a viento y marea,
impone el herrumbre en la escala;
una reflexión se difiere
y desploma en alucinaciones.
Las experiencias juzgan detenerse firmes
ante terceras márgenes
con veladores denunciantes de la trama
y escarpines ligeros para franquear columnas:
al vuelco que salva la estirpe sin patrocinio.
Porque, en los muelles, claudican
con las trascendencias ingenuas.
Pichy
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Le agradezco la amabilidad de leerme y la gentileza de comentarme.. Saludos