Una desamparada voz declama
un solitario verso donde muere la noche
y comienzo el día con el perfume de astros
Liarse con la radical efusión de
los sentidos
rompiéndose contra la armonía y
sus desmanes
no es propicio en los quehaceres
del trópico.
Aquí la vida no se prueba en las
ausencias
y la poesía gusta de la
intemperie.
No pecar de excesivas ropas y
amar las naves
sin detenerse en sus pabellones
es bien visto por esta isla
sin fieras ni
alimañas nocivas.
¿Subsistiremos cuando las mareas
sean inmensurables
ante el deshielo de los lejanos polos,
o nos sumergirán
con el abrazo de sus desconocidas aguas?
Pichy
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