Un madrigal revolea
en los oídos
y se recrea
usurpando narices
entre ojos
prestos para lo superfluo
de la
sensiblería y el llanto fácil,
que fingen las
muñecas de oropel.
Una fortaleza
mítica
se recrea sobre las ancas negras
se recrea sobre las ancas negras
de la obrera que
regresa a casa,
sin tiempo para
ver
las estrellas y
sus tentaciones.
La poesía que no
funda
o contradice y
provoca, adormece
entre tazas de bellezas,
mientras una discrepancia
explosiona en
cada verso para el bien.
En la pretensión
de exaltar
la sensualidad humana,
la sensualidad humana,
repetimos tropos
edulcorados
diluidos con los
salobres versos,
para esculpir los
elefantes azules
y someternos a
los cánones
eludiendo las
palabras duras
que comprometen
la existencia.
Pichy
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Le agradezco la amabilidad de leerme y la gentileza de comentarme.. Saludos