No logra sostenerse,
no puede con el peso del tiempo.
Todo le tira hacia abajo, todo
en pendiente se rehace,
oblicuidad del vértice sobre las rocas,
que talla el mar
con el ímpetu de la insistencia.
Padece el vértigo del pesimismo absoluto,
calculando la altura del Sol,
que invariablemente la persigue,
penetrándole con un rojo infinito
hasta consumirle el aliento.
Es culpa del trópico
que nos va pudriendo temprano
—creciéndonos la edad...
Lo inasible se hace perentorio
y no hay armaduras
para tantos desastres.
Pichy
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Le agradezco la amabilidad de leerme y la gentileza de comentarme.. Saludos