La
trova puede ser del mar y las ternuras
o
del rugido del viento sobre los ojos
cuando
las estrellas no guían la vida
y
los rostros se salpican de inclemencias.
El
cantor debe observar el vuelo de las gaviotas
sin
ignorar los saltos de las fieras y la agudeza
en
la vista de las aves de rapiña.
Porque
en la supervivencia y sus instintos
el
mal se apaña con la belleza que nace
justificando
la muerte,
y
la voz amorosa dulcifica la vida
Cuando
el mal es común, el verdadero trovador
socializa
las tribulaciones sin buscar aplausos
y
canta con la garganta de su pueblo,
con
eso que llaman alma, y es corazón.
Pichy
¡Hermoso! amigo.
ResponderEliminarMuchas gracias, amiga. Contento de que te guste.
ResponderEliminarAbrazos