examino mi
existencia.
He
extraviado asombros
entre faldas
y alucinaciones
y no consigo
resguardarme
—prevaricar
esta incógnita
no me
protegerá.
No logro
referirles mis ayunos
y subsisto
del polvo concluyente
de muchas
travesías.
Ustedes no
me conciben:
¡Obeliscos
de sombras!
Voy entre
quimeras y espíritus
sin
reflejos;
comprender
mis dolores
cuesta más de una vida.
Sentidos se
quiebran en las nubes,
no logramos
brindar nuevo tiempo;
las
eminencias no regalan el vino.
Convengámonos
sosegados,
para solfear
el aire sin flaquezas.
¿Anquilosados
de lujuria,
humildes
ante los ilustres,
implacables
en la pugna:
los
discursos nos darán la estirpe
que la
indolencia inmola?
¿Cómo se
convoca las proyecciones,
si hacen del
hombre su rival
con hambre
de fiera?
Extraviado
entre retóricas
¿quién hace
eco de mi protesta?
Nadie
preocupa de que la imposibilidad
silenciosamente
me desfigure
atascándome
en cada exaltación;
nadie, ni un Mesías podría
entender
que me trasluzco,
en los
amarres indignado.
Pichy
En general tu poema es fuerte, amigo: llevas razón al decir "comprender mis dolores
ResponderEliminarcuesta más de una vida." Suele pasar que a veces ni eso, porque nadie vive ni vivirá tus encuentros con lo que te deparó la vida y, sólo tú, sabrás dialogar con ellos. Gracias José: tu madurez ya tiene vuelo. Un gran abrazo
Muchas gracias, amigo, por tan grato comentario.
ResponderEliminarfuerte abrazo
Hola amigo José. Pasando a disfrutar de tu siempre excelente arte.
ResponderEliminarAbrazos.
Te agradezco la visita, amigo, así como el grato comentario.
ResponderEliminarAbrazos