martes, 12 de agosto de 2014

De la vida y sus rizos



El símbolo de andar desnudo
sobre transparencias de la sospecha
y atosigarse el olfato con el humo
de los que circulan penando,
conlleva a detenerse en la Luna
hundiéndose en la utopía
de flores rojas y playas azules.


Vivir a la intemperie
del relámpago a su albor
sin diablos ni dioses
interpuestos entre el milagro
—sin culpas—
del nacimiento y el acople que lo fecunda
culmina la belleza de la vida.

Prendarse de los crepúsculos
olvidando los vidrios bajo los pies descalzos
esculpiendo sonoridades sobre el pecho,
posibilita la mental ingravidez
donde el cielo es la poesía.

Pichy

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