Atesora en un inmensurable ángulo
Ese extremo deseo de evadirse
hasta lo imposible
desmenuza las ilusiones
que asfixia las esperanzas
de mantenerla entre mis
límites.
La ciudad parece conocer de mi
tristeza.
No hay brisa en sus calles recogidas.
Dicen que así es el otoño,
no sé, pero que más da
si un enjambre de viejas dudas
se hace nuevo en cada puesta de
sol.
Nadie en esta nube de
retenciones
ha de lastimarme:
porque la hermosura del
silencio íntimo
supera las durezas del rubí
y el filo de los cuchillos de
obsidiana.
Solo el contraste doloroso
de las ausencias,
entre le sangre y el agua de
mar,
me hacen la muerte.
pichy
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